El pasado 20 de noviembre se cumplieron veinte años de la aprobación por parte del Congreso de los Diputados de la Ley de declaración de Parque Nacional de Cabañeros. La efeméride pasó desapercibida ante la importancia de otros asuntos del día, pero merece la pena recordar que aquella votación ponía punto y final a una de las batallas en defensa del medio natural más apasionantes de cuantas ha vivido nuestro país, en la que el Gobierno de Castilla-La Mancha lograba torcer la voluntad del Gobierno central, y sobre todo del Ministerio de Defensa, empeñado en convertir su finca de los Montes de Toledo, en un campo de tiro.
Hoy en día, el Parque Nacional de Cabañeros es una reserva biológica de primer nivel, donde la naturaleza acoge la acción histórica del hombre, en forma de dehesas, como un ejemplo de absoluta integración y explotación sostenible durante siglos de amplias zonas de los Montes de Toledo. Si la Junta de Comunidades no hubiera apostado en firme por la defensa de dicho espacio, hoy tendríamos probablemente en este lugar un desierto lunar, o en el mejor de los casos un inmenso espacio vedado al disfrute de los españoles, y de los miles de visitantes que en estos años lo han recorrido.
Cabañeros es, veinte años después, una de las joyas de la corona en materia medioambiental, y nadie se acuerda ya de que durante unos años, todo el poder mediático y político del Gobierno central, del Ejército y de los partidos de la derecha, encantados de apoyar al Gobierno de Felipe González frente a las veleidades de una Comunidad Autónoma de reciente cuño, cayó a plomo sobre el Gobierno de Castilla-La Mancha con el argumento de que la defensa Nacional necesitaba un campo de tiro en un lugar estratégico que permitiera al Ejército del Aire realizar sus prácticas con el máximo ahorro de combustible. Se nos acusaba de demagogos, populistas y todo eso a lo que ya nos tienen acostumbrados. Pasó igualmente con las Hoces del Cabriel…
Veinte años después, este Gobierno regional mantiene otra dura batalla en defensa del medio ambiente, la legalidad, las energías renovables y el desarrollo sostenible en contra del Gobierno Central, de las empresas que explotan las nucleares, del Partido Popular en pleno, de la visión pacata y egoísta de unos dirigentes locales que solo piensan en los euros que han de recorrer la zona. Volvemos a escuchar las acusaciones de populismo, insolidaridad y de anteponer el interés político al de la nación.
Sabemos perfectamente lo que hacemos. Como sabíamos perfectamente que era muy importante defender Cabañeros, con las leyes en la mano, pero también con la voluntad de mantener a nuestra tierra en un lugar de privilegio en cuanto a patrimonio natural y explotación sostenible se refiere.
Dentro de veinte años, el corazón de La Mancha conquense seguirá siendo un espacio natural privilegiado, con importantes humedales que, bien ordenados y adaptados, atraerán a lo largo del año no solo a miles de aves migratorias, sino a muchos más visitantes que un cementerio nuclear. La industria agroalimentaria de la comarca se mantendrá como lo que es: un ejemplo de innovación y crecimiento, y nadie recordará que hubo un intento de levantar un cementerio nuclear en un terreno que en ningún caso resultaba aconsejable para ello: ni por seguridad, ni por los sobrecostes que se producirían, ni por la dignidad de unas poblaciones llamadas a engaño.
No cedimos a la presión con Cabañeros, ni cederemos ante el insulto, la campaña en contra ni el intento de traer a nuestra tierra un cementerio nuclear. Y el tiempo nos volverá a dar la razón.
Emiliano García-Page
Presidente de Castilla-La Mancha
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